jueves, 5 de junio de 2014

El placer de pescar un lector

El título Placeres solitarios es el señuelo que la autora Mar Pérez utiliza en su opera prima con el perverso propósito de engancharnos a su narrativa, en donde se encuentra escondido el anzuelo. Habiendo “picado” cual inocente pez en el agua, nos obliga a adentramos a su ritmo prosístico soltándonos de a poco la línea y a veces castigándonos con la velocidad de su carrete. Uno, como desprevenido lector (que pasa frente a la vitrina de la editorial Amate) fácilmente se engancha al título debido a las  imágenes que evocan estas dos palabras. Pero ¿a qué imágenes me refiero? Bueno, comencemos por la primer palabra, “placeres”.
Según las múltiples definiciones que existen acerca del placer, encontramos que: es un sentimiento positivo y agradable que resulta de satisfacer una necesidad. Se dice que una actividad es placentera cuando disfrutamos de ella. Es una sensación a la que muchas personas no podrían negarse. Generalmente, las actividades placenteras son una delicia para el alma, no suponen ninguna dificultad como lo son: el dormir, comer, jugar, hacer el amor, tomar una confortante taza de café o una buena copa de vino, leer un buen libro... El placer es la parte del disfrute que se asocia al amor, y que desencadena una serie de reacciones químicas y neuronales en las cuales están implicadas la serotonina, la dopamina, la oxitocina y las endorfinas, entre algunas otras sustancias. ¿Ven? la hipótesis comienza a cuadrar. Recibimos el impacto de la palabra placer y ya de entrada uno se apunta: yo quiero.
Continuemos con la segunda palabra, “solitarios”. Las actividades solitarias son un reflejo de la egolatría del hombre. Los animales que cazan en manadas o jaurías, suelen acorralar a su presa y habiendo asestado el mordisco letal, despedazan un miembro de la víctima y huyen a un lugar solitario para no compartir su deleite, para hacer de su alimento algo únicamente suyo.  La intimidad es el lugar común de la soledad. Un lugar donde se satisfacen los más retorcidos y comunes gustos “privados” (aquí otro sinónimo) de las personas.
Alguno de ustedes me podrá decir: para mí, “solitario” evoca una gran tristeza, el desamparo. ¡De acuerdo! (muy bien refutada la tesis “que les vengo manejando” con su hipotética antítesis). Bien. Pero ahí va la objeción. Si analizamos las dos palabras en su conjunto (Placeres/Solitarios), la primera imagen que evoca es la del erotismo privado, un placer que  reservamos a la intimidad (si no les provoca esa reminiscencia, creo que Freud me causó severas perturbaciones). La masturbación pudiera ser el icono de los placeres solitarios. ¿Y quién se masturba? Nadie. Ni pensarlo. Sin embargo, la mayoría de personas sabemos lo placentero que es el autoerotismo. ¿Por qué? Quizá lo escuchamos de otra persona o lo leímos en internet. Da igual. Cualquiera que sea el recuerdo o asociación que tengan al leer el título Placeres Solitarios (oler las páginas de un libro nuevo, ver un atardecer, degustar cualquier comida)… todo eso, sí, todo aquello remite al erotismo, es decir, a una actividad de disfrute. Palabra de Freud.
Entonces, ya desde el comienzo de este libro de cuentos, se nos augura a los probables lectores un placer igual o mayor al de las caricias autoimpuestas, al del disfrute de aquella esencia, al de la melodía que... en resumidas cuentas, al encuentro de un nuevo placer privado. Y no sólo uno. Sino que varios. Recordemos que el título está en plural (es, os). Hasta aquí vamos bien. Aunque algunos pudieran debatir: No es verdad, puede que a mí no me guste el libro. ¡De acuerdo! También existen lectores frígidos.
Como certificado de garantía de satisfacción (si no le gusta, le devolvemos su dinero), el jurado del 1er. Concurso de Cuentos Refugio Barragán de Toscano 2013 le otorgó la distinción de merecer el primer lugar y como premio, el H. Ayuntamiento de Cd. Guzmán otrora Zapotlán el Grande, o viceversa, imprimió la primera edición de este libro de la escritora Mar Pérez el cual reúne seis cuentos de una gran calidad.
Como tentempié o abreboca, bastaría mencionar que el primer cuento con el que abre el libro se titula Oh Diosita en el cual se describen los inescrutables designios de Dios, en este caso una Diosa (más cruel [por el sólo hecho de ser mujer] que el Iahvé del Antiguo testamento que tanto se ensañó con Job sólo por ganarle una apuesta a Satanás). Una deidad femenina que decidió poner a prueba a una humilde servidora quemándole todos los electrodomésticos. ¿Qué mayor prueba de amor existe que seguir amando a Dios después de haberte quemado tu nueva pantalla plana?


En fin, sólo me resta comentar que los cuentos de Mar Pérez no son un desperdicio, sino todo lo contrario, una gran aportación a las Letras de una nueva generación de escritoras del Sur de Jalisco que está en ciernes. Fue un verdadero placer, un placer solitario, haberme encontrado este libro de mi gran amiga Mar Pérez. ¡Enhorabuena! Y una disculpa a los pocos o muchos lectores de esta humilde reseña por tanta  mención de anzuelos, señuelos y esas cosas oceánicas. Pero el nombre de la autora evoca mucho.


http://lajirafazapotlan.blogspot.mx/2014/06/el-placer-de-pescar-un-lector.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario